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Cuando sabemos de historias como ésta, nos entran unas tremendas ganas de ayudar, bien con donativos, con maratones solidarios, recogiendo tapones o de cualquier otra forma que pueda servir en algo. Existe un camino más directo para salvar vidas y es mediante la donación de médula. Suena raro, pero es muy sencillo. Con un simple análisis de sangre pasamos a estar «disponibles» para cuando se necesite para alguien compatible con nosotros. El único problema es que todavía no podemos hacerlo en nuestra ciudad. Si el corazón os lo pide, tenéis más información en el blog o en la web de la Fundación Josep Carreras www.fcarreras.org.
Ana y Raúl son los sobrinos de nuestra compañera Esther Uceda.